martes, 16 de junio de 2015

Presentación de la actividad

Bienvenidos a la actividad:
Hemos creado una serie de códigos QR que os permitirán obtener información ampliada de algunas cosas que vais a ver a lo largo de la ruta literaria por Segovia. Para ello tendréis que usar la aplicación BIDI, que es un lector de códigos QR, y escanear el código.
Esperemos que os guste y que disfrutéis.


Etapas de Rubén Darío

Primera etapa: Darío todavía es joven y es un poeta en formación. Imita a los romanticos españoles y es influido por la poesía parnasiana, esto hace que inicie un proyecto de renovar la métrica de la lírica española y el gusto por la sinestesia.

-Segunda etapa: Publica Azul en 1888, en prosa y verso. Con él nace el modernismo. Abraza la estética parnasiana y abundan los sonetos con versos alejandrinos, dodecasiblabos y de diecisiete sílabas. El léxico es colorista y sensual

-Tercera etapa: En 1896 pública Prosas profanas en este libro Rubén Darío cuida los aspectos musicales y ritmicos de los versos alejandrinos, experimenta con una gran variedad de estrofas y proclama el arte como forma de expresión más sublime.

-Cuarta etapa: En 1905 pública Cantos de vida y esperanza considerado el mejor libro de poesía de Ruben Dario. La crisis personal del autor le hace hacer poesía más honda, sincera y humana, haciendo prevalecer temas existenciales y políticos. Se siente preso de la melancolía y angustiado por el fracaso, el sentido de la vida y la muerte.

Yo persigo una forma- Rubén Dario

YO PERSIGO UNA FORMA

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
al abrazo imposible de la Venus de Milo.

Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.

Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;

y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga. 

“A la torre de San Esteban, en Segovia” (en Sonetos a la piedra)

“A la torre de San Esteban, en Segovia” (en Sonetos a la piedra)


                Toda en el cielo tu columna pura
para un friso de nubes levantada,
espiga eterna, tu ascensión cuadrada
donde se hace el fervor arquitectura.

                En tu tierna esbeltez la piedra dura
por los vientos y estrellas enhebrada,
llevan mis ojos tras de tu lanzada
recta de carne y oro hacia la altura.

                ¡Oh pértiga de soles, luz plantada,
sendero de la tierra preferido,
mástil y primavera de mis horas,

del aire y de mi sueño, coronada
por el gallo sin voz, alto y herido,
que canta con el hierro tus auroras.


Canciones a Guiomar

(Cancionero apócrifo, CLXXIII, “Canciones a Guiomar”)

I
            No sabía
si era un limón amarillo
lo que tu mano tenía,
o en el hilo de un claro día,
Guiomar, en dorado ovillo.
Tu boca me sonreía.
            Yo pregunté: ¿Qué me ofreces?
¿Tiempo en fruto, que tu mano
eligió entre madureces
de tu huerta?
            ¿Tiempo vano
de una bella tarde yerta?
¿Dorada ausencia encantada?
¿Copia en el agua dormida?
¿De monte en monte encendida,
la alborada
verdadera?
¿Rompe en sus turbios espejos
amor la devanadera
de sus crepúsculos viejos?

II
            En un jardín te he soñado,
alto, Guiomar, sobre el río,
jardín de un tiempo cerrado
con verjas de hierro frío.
            Un ave insólita canta
en el almez, dulcemente,
junto al agua viva y santa,
toda sed y toda fuente.
            En ese jardín, Guiomar,
el mutuo jardín que inventan
dos corazones al par,
se funden y complementan
nuestras horas. Los racimos
de un sueño –juntos estamos-
en limpia copa exprimimos,
y el doble cuento olvidamos.
            (Uno: Mujer y varón,
aunque gacela y león,
llegan juntos a beber.
El otro: No puede ser
amor de tanta fortuna:
dos soledades en una,
ni aun de varón y mujer.)

***

            Por ti la mar ensaya olas y espumas,
y el iris, sobre el monte, otros colores,
y el faisán de la aurora canto y plumas,
y el búho de Minerva ojos mayores.
Por ti, ¡oh, Guiomar!

III

                        Tu poeta
piensa en ti. La lejanía
es de limón y violeta,
verde el campo todavía.
Conmigo vienes, Guiomar,
nos sorbe la serranía.
De encinar en encinar
se va fatigando el día.
El tren devora y devora
día y riel. La retama
pasa en sombra; se desdora
el oro de Guadarrama.
Porque una diosa y su amante
huyen juntos, jadeante,
los sigue la luna llena.
El tren se esconde y resuena
dentro de un monte gigante.
Campos yermos, cielo alto.
Tras los montes de granito
y otros montes de basalto,
ya es la mar y el infinito.
Juntos vamos; libres somos.
Aunque el Dios, como en el cuento
fiero rey, cabalgue a lomos
del mejor corcel del viento,
aunque nos jure, violento,
su venganza,
aunque ensille el pensamiento,
libre de amor, nadie lo alcanza.

***
           
            Hoy te escribo en mi celda de viajero,
a la hora de una cita imaginaria.
Rompe el iris al aire el aguacero,
y al monte su tristeza planetaria.
Sol y campana en la vieja torre.
¡Oh, tarde viva y quieta
que opuso al panta rhei su nada corre,
tarde niña que amaba tu poeta!

¡Y día adolescente